miércoles, 25 de mayo de 2011

ESTAR UNIDOS


Juan 15,1-8


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, corno el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»

 
Nos podemos preguntar al leer el texto de hoy: ¿Qué frutos doy yo? ¿Por qué es importante dar frutos? ¿Qué frutos tendría que dar?
Si queremos que las cosas vaya mejor, que el mundo sea más justo, tenemos que trabajar para ello y eso significa dar frutos.
Pero no por nuestra cuenta, sino unidos al dador de la vida que es Jesús. Viviendo sus actitudes, sus valores, sus decisiones… estando unidos a él. Daremos frutos en abundancia.

Jesús,
en la vida muchas veces voy por  libre.
Creo que mis ideas,
mis principios son los mejores
y no necesito de nadie.
Pero me doy cuenta
que las cosas no me llena
y no llegan a satisfacerme del todo.
Tú, hoy me vuelve a insistir
en el verdadero camino.