martes, 13 de diciembre de 2011



En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

- «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar a la viña”. Él le contestó: “No quiero”. Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor”. Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?».

Contestaron:

- «El primero».

Jesús les dijo:

- «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no lo creísteis: en cambio, los publicanos y prostitutas lo creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni lo creísteis».
Mateo 21, 28-32

Al leer de nuevo y al final del día me pregunto : ¿cómo he vivido esta palabras? ¿en dicho si o no? Mejor aún.¿he hecho lo que tenia que hacer o por el contrario  he dejado pasar las cosas de largo, o para mañana.?
Hoy cuando iba a clase un alumno de mi clase me daba una mochila que se había olvidado en la acera del cole otro compañero de clase.
Ahí estaba yo  con un  dilema.  Por una parte solucionar el tema de la mochila y por otro tenía que llegar a clase. Encargarme de la mochila podría hacerme llegar tarde a clase  y justamente  a la profesora de hoy no le gusta nada que la gente entre tarde.
En ese momento me vino a la cabeza:  "Digo que te sigo, que me comprometo y ante un problema quiero evitarlo para ir a lo mio".. 
Cogí la mochila y la dejé en recepción. En lugar seguro. Me di cuenta de las veces que digo que si y luego en la realidad es no.

Gracias a la luz de lo que Jesús nos ha revelado sobre Dios conseguimos encontrar respuestas.
Nos podríamos preguntar. ¿Qué te parecen los objetivos de tu vida? ¿Qué te parece la calidad de tus relaciones? ¿Qué te parece el uso que haces del tiempo?

Tomar la vida con las propias manos,
nunca es cosa fácil, Señor.
Dame ánimo para hacer frente a mi historia.
Dame ojos para ver más lejos,
para acoger tus proyectos sobre mi.
Dame un corazón sencillo que me permita
decir si a tu amor
y después,entregarme más a  los otros.

lunes, 12 de diciembre de 2011

En aquel tiempo, Jesús fue al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle:

- «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?».

Jesús les replicó:

- «Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?».

Ellos se pusieron a deliberar:

- «Si decimos “del cielo”, nos dirá “¿por qué no le habéis creído?”. Si le decimos “de los hombres”, tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta».

Y respondieron a Jesús:

- «No sabemos».

Él, por su parte, les dijo:

- «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».

Mateo 21, 23-27


Cuando en la vida no queremos asumir algo, aceptarlo buscamos todas las estrategias posibles para evitar y asumir lo que nos viene.
Una estrategia que podemos utilizar es preguntar. A los personas de nuestro texto les salio mal. Jesús les respondió con la misma moneda. Otra pregunta. A la cual no respondieron porque sabían perfectamente la respuesta, tanto en un sentido como en el otro.
Jesús con su vida da siempre una respuesta a las preguntas que se plantean. Se da a conocer por respuestas claras.
El problema antes las preguntas está en la relación que establecemos con Jesús.
Una relación auténtica con Jesús nos trae respuestas auténticas. Sólo un diálogo sincero, franco , verdadero, confiando el Él renueva nuestra vida.  Lo demás es perdida de  tiempo.  Los sumos sacerdotes se acerca con una intención que no es transparente, abierta. .. Jesús se da cuenta. Conoce nuestro corazón y nuestras intenciones.

Enséñame a estar contigo.
Ayúdame a hablar contigo.
Hazme entender
lo que quieres de mi.
Déjame eschucharte.
Yo sé que tú lo harás
porque me amas.
Me pides una sola condición:
que mi corazón esté
abierto y libre paa ti.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino el testigo de la luz. Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: "¿Quién eres tú?". El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: "Yo no soy el Mesías". "¿Quién eres, entonces?", le preguntaron: "¿Eres Elías?". Juan dijo: "No". "¿Eres el Profeta?". "Tampoco", respondió. Ellos insistieron: "¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?". Y él les dijo: "Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías". Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: "¿



Por qué bautizas, entonces, si tu no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?". Juan respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia". Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.

 
Juan, 1, 6-8. 19-28

El evangelio de hoy nos invita a mirar a nuestro interior y darnos cuenta de nuestra fragilidad. A reconocer que muchas veces buscamos la luz en tantas luces que nos ofrece nuestra sociedad que son simplemente un engaño.
Al mirar a nuestro interior también podemos descubrir las veces que somos luz para los demás. Cuando ofrecemos un abrazo, cuando decimos unas palabras de animo. Cuando extendemos la mano para levantar al caído. Cuando hacemos esto con otros, o nos lo hace a nosotros. Surge una expresión: "Tú tienes algo especial".
En esos momentos somos reflejo de la luz que viene de Dios. Esa luz que Cristo.  Con esa luz somos capaces da dar un nuevo color a nuestro mundo, hacer posible que la alegría lo invada todo.
Ven, Señor,
a traer  tu luz a mi  noche.
disipa las sombras, aparta el mal.
Enséñame a ver la vida con tu luz.
enseña a mis manos a ser generosas.
Enseñame a decir palabras
de aliento  y de esperanza.
Hazme testimonio
de tu luz y tu verdad.


sábado, 10 de diciembre de 2011



Cuando bajaban de la montaña, los discípulos preguntaron a Jesús:
- «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?».
Él les contestó:
- «Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos».
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan, el Bautista.
Mateo 17, 10-13

Al leer el texto mi mirada se para en una expresión: "lo trataron a su antojo".  Y por vivir así son muchas las buenas noticias que se perdieron.  Si superamos a ciencia cierta que lo que nos propone, lo que nos aconsejan nos llevaría a una vida plena, nos lanzaríamos de cabeza.
En la vida nos dejamos llevar por las intuiciones, los deseos, por lo que produce satisfacción al momento. Y digo al momento, porque si no obtenemos resultado ya; abandonamos inmediatamente.

Jesús es el regalo que Dios nos ofrece. ¿cúanto nos cuesta creer? . Él es la llave que nos abre las puertas de una vida llena de sentido, de luz y de belleza. Pero esto no es al momento. 
Hoy en día son muchas las personas que cierran las puertas de su vida la presencia luminosa de Jesús. ¿cómo está la puerta de mi corazón? ¿Estoy dispuesto para acoger y hacer realidad esa buena noticia en mi vida?

Gracias, Señor, por no haber cedido
a las amenazas de los adversarios
y porque la indiferencia
de los amigos no te desanimó.
Quiero alabarte
por tu generosidad constante.
Tu voluntad de permanecer a mi
lado es mayor que mi egoísmo.
No dejes de querer estar conmigo
cuando yo te rechazo.
Gracias.


jueves, 8 de diciembre de 2011

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:
- «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:
- «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
- «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
- «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó:
- «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y la dejó el ángel .
Lucas 1, 26-38

El evangelio de hoy, nos invita a pensar a mirar nuestro corazón y preguntarnos. ¿lo tengo abierto y dispuesto para el proyecto de Dios?
En nuestra vida muchas  veces nos sentidos bloqueados, nos sentimos incapaces de superar las dificultades, el sobre ponernos a esa situaciones que nos parece imposible.
El evangelio es una invitación a reconocer en nuestro interior al voz de Dios al igual que María. Para Dios no hay nada imposible. 
Celebrar la fiesta del a Inmaculada  es celebrar la vida de María.  Celebrar el poder y la bondad de Dios que se hace presente en su vida y ha reconocer que en presencia de Dios todo es posible. Con Dios todas las barreras son superables.

Señor, ayúdame a confiar en ti.
Ayúdame a convencerme de que
quieres mi felicidad total.
Ayúdame a comprometerme
con tu pleno amor.
Haz de mi vida, tan llena
de limitaciones
una parte de tu sueño.


miércoles, 7 de diciembre de 2011

En aquel tiempo, exclamó Jesús:
- «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Mateo 11, 28-30



El evangelio de hoy nos invita a mirar nuestra propia vida y analizar cómo estamos viviendo en este momento.
En estos momentos las cosas no son fáciles. Experimentamos dificultades, cansancios en todos los ámbitos de de vida.  Las relaciones con los demás, los fantasmas que nos invaden y nos hacen ver una realidad que no existe.
Experimentamos el cansancio, los agobios... ¿qué hacer? Podemos olvidar,negarlo...
Pero Jesús nos dice: "Aquí estoy". Se pone delante  y se ofrece como camino de liberación. Él nos libera de todos nuestros cansancios y agobios.
Si aceptamos su ayuda, su propuesta nuestra vida encontrará tranquilidad y paz.
Vengo a  ti, Señor Dios.
Cansado, herido, maltratado.
Nada tengo para darte.
Solo mi flaqueza.
Y la certeza confiada de que
siempre me acogerás.
Que siempre me curarás.

martes, 6 de diciembre de 2011




En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:



- «¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños».

Mateo 18, 12-14

Al leer el evangelio de hoy; podemos leerlo desde varias ópticas.  Nos podemos imaginar que somos cada uno de los personas y a partir de este ejercicio dejarnos mirar por el Padre y cuestionar nuestras propias actitudes de la vida.


Las 99 ovejas. Las que sigue al pastor, las que no tienen dificultades, las que son una más dentro de todo el conjunto.  Me podría preguntar: ¿me siento perteneciente a un grupo? ¿Siento que estoy viviendo una realidad común con otros donde no soy ni más ni menos? ¿vivo el proyecto de la construcción del Reino?
 
La oveja perdida. Nos podemos imaginar que somos nosotros. Nos podemos preguntar: ¿cuándo en mi vida me siento oveja perdida? 
Hay muchas veces que no sabemos dónde estamos, ni a dónde vamos.  En esta situación nos dejamos atraer por cualquier promesa de felicidad, que al final no deja vacíos y sin sentido. ¿cúantas veces somos oveja perdida?

Jesús. Dios nos envía a Jesús porque le duele nuestro sin sentido. Él viene en ayuda. Atraviesa montes y valles hasta encontrarnos. El busca y desea muestra felicidad. Cuando me relaciono con los otros. ¿busco mi felicidad o la felicidad del otro? ¿utilizó a las personas para mi bien o busco el bien del otro? Jesús busca nuestra felicidad y lo da todo, hasta su vida para que yo sea feliz.  Él hace una gran fiesta cuando nos abraza.


Señor, me siento perdido.
pero sigo siendo orgulloso
y me cuesta reconocer
que voy por le camino
sin rumbo fijo.
Dame la libertad interior
para reconocer
que necesito tu ayuda.
dame ojos limpio
para ver
a los hombres y las mujeres
que envías a mi encuentro
y que son capaces
de ofrecerme tu abrazo.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar.
Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro, delante de Jesús. Él, viendo la fe que tenían, dijo:

- «Hombre, tus pecados están perdonados».
 
Los escribas y los fariseos se pusieron a pensar:

- «¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?»

Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó:

- «¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil: decir “tus pecados quedan perdonados”, o decir “levántate y anda”? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados -dijo al paralítico-: A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa».

Él, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios. Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor:

- «Hoy hemos visto cosas admirables».
Lucas 5, 17-26
El evangelio de hoy nos narra una historia ya conocida. Nos podemos fijar en los distintos personajes de la historia y dejar que cada uno de ellos nos cuestione nuestra propia vida.



Jesús: Persona a la que la gente sigue. Sus palabras, sus gestos, sus actitudes produce el deseo en las personas de encontrase con él. Es motivo de esperanza.  Es la gran esperanza.   En mi vida. ¿Estoy contagiado por el entusiasmo de Jesús? ¿Qué tengo que hacer para él me contagie esa alegría, ilusión y esperanza?



El paralítico. Al contemplar a este personaje  podemos dirigir nuestra mirada hacia nosotros y preguntarnos ¿Qué es lo que me hace sentirme paralizado? ¿Qué me paraliza y no me permite ver la realidad, las necesidades de los otros? ¿Qué me hace sentirme prisionero de mi mismo?
Al paralitico Jesús le perdona las pecados y le invita a salir de si mismo, a ponerse en camino, en movimiento. Anda.



Los que llevan la camilla.  En nuestro mundo hay muchas personas que lleva a otros, que acompaña que hace que la vida merezca la pena.
En mi vida. ¿acompaño a alguien?  ¿cómo hago que otros vean en Jesús un camino de esperanza?

Señor, haz que este atento a las necesidades y
sufrimientos de los hermanos.
Inspira mis palabras y gestos
para confortar a los que andan cansados y agobiados.
Enséñame a servirlos con corazón sincero.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Tiempo para cambiar el rumbo


Juan anuncia un tiempo de conversión
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos. Juan bautizaba en el desierto: predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.
Juan iba vestido con una piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre, y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero El os bautizará con Espíritu Santo»
Marcos 1, 1-8
En la sociedad en la que vivimos son muchos los mensajeros que se nos transmite distintos mensajes .  ¿Qué es lo que pretenden? ¿Es lo mejor para nosotros? ¿Nos proponen un camino de felicidad plena? o ¿simplemente intenta engañarnos para conseguir sus objetivos?

Nuestro Dios, es un Padre que piensa en cada uno de nosotros.  Y se nos ofrece , se nos da en su hijo.
Pero para acoger  esta buena noticia , esta gran esperanza tenemos que prepararnos.  Tenemos que abrir las manos y el corazón.  Y dejar de lado, abandonar aquello que nos ata, que no nos deja crecer.
Dos cosas se nos piden:
1) confesar nuestro pecado.  En la sociedad de hoy en día no tenemos conciencia de pecado.  Sólo evitamos aquello por lo que nos puede juzgar  e imponer una sanción. En lo demás, mientras nadie se enteré, .. damos rienda suelta a nuestra conciencia.  Hoy me invito y os invito a pensar en todas esas actitudes, pensamientos, deseos que nos alejan de nosotros mismos, de los demás y de Dios.   ¿con qué grado de libertad vivo mis relaciones?  Confesar en ponerse ante mi mismo, ante los demás y ante Dios como soy. Con mis defectos y mi cualidades. A vivir desde lo que soy y no desde lo que otros puede esperar de mi.
2) Bautizarmos. Lavarnos con el agua, símbolo de purificación.  Mirarnos con ojos nuevos, que solo ven las posibilidades que nos ofrece al  acoger el amor de Dios que todo lo perdona a partir de nuestro reconocimiento.

Este Adviento es una buena ocasión para cambiar de rumbo, para dejar de lado el pecado, los pequeños y grandes odios, todo aquello que nos impide acoger al Jesús que llega. Todo aquello que impide que el amor  del Padre llene  el corazón.

Señor, tu eres
como agua fresca.
tu sacias la sed de felicidad
que tengo.
Tú limpias mi vida de todo mal.
me acerco a ti, arrepentido
y reconozco mi pecado, mi egoísmo.
confió mi vida a tu bondad
y a tu perdón.






sábado, 3 de diciembre de 2011

Lo recibido gratis, dadlo gratis


Lo recibido gratis, dadlo gratis
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. A estos doce los envió con estas instrucciones: “Id a las ovejas descarriadas
de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos resucitad muertos,  piad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”.

Mateo 9, 35-10, 1.6-8

Unas de las cosas por las que destaca Jesús es que va de un lugar a otro. Anda mucho. Por donde el iba podía ver la realidad, las necesidades, los problemas, y además proclamar la buen  noticia de que el sueño que Dios tiene para el hombre estaba a punto de realizarse. Las esperanzas de la gente podían verse cumplidas.
Esas palabras iban acompañadas de hechos, de signos que mostraban q3ue el Reino de Dios estaba presente. El amor, la paz, la ale´gría, la esperanza dejarán de ser palabras bellas y comenzarán a ser realidades que se pueden palpar y experimentar.
Si Jesús recorrería hoy nuestras calles: ¿cuáles serían sus palabras y sus gestos? ¿me apuntaría a ser uno más con él?  Seguro que el seguiría con el mismo entusiasmo y poder  anunciando que la buena noticia es posible.


Es bueno reconocer que, también hoy,
tú vienes a mi ciudad a mi calle,
a mi vida, para anunciar el Evangelio.
En mis dificultades, tu fuerza me protege.
Cuando me pierdo en la oscuridad, tu luz me guia.
Cuando no sé a dónde ir,
tú eres la brújula que orienta mi camino.
Cuando vivo a merced de las emociones,
tú me indicas lo que es importante.
Gracias, Señor pro saber que
puedo contar contigo.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Fundados sobre roca firme



No todo el que me dice: ¡Señor, Señor!...
Dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.

El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa  sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente».

Mateo 7, 21.24-27

Nuestra boca el la vida de cada día está lena de deseos de felicidad, de plenitud, de satisfacer todas las necesidades. Sean materiales o espirituales.
Nuestra sociedad nos promete la felicidad por muchos caminos. La belleza, la juventud para siempre, el dinero fácil...

Si nos detenemos un poco y ponemos nuestra mirada atenta;si leemos el paso de  los días,  los meses, los años, nos termina por demostrar que todo ello no es más que pura mentira , engaños, apariencia   de felicidad. Cuando nosotros nos dejamos mover por eso que nos promete la sociedad estamos contruyendo nuestra casa sobre arena.

Jesús nos invita a contruir la vida sobre roca firme. Nos invita a contruir a partir   de su Palabra. Si estamos arraigados en su Palabra, puedes venir las mayores tempestades que nuestra vida no se vendrá abajo.

Seremos buenos arquitectos si en el proyecto de nuestra vida volvemos continuamente nuestra mirada hacia él y hacia su Palabra, y nos preguntamos cuál es su proyecto de vida, cuál es su voluntad, manifestada en Cristo Jesús, y obramos en consecuencia.
¿Cómo estamos construyendo el edificio de nuestra persona, de nuestro futuro?
¡Es tan fácil, Señor, contruir
la vida sobre arena...!
Muchos lo hacen,
¡Me prometen tanto y sin esfuerzo...!
Yo te pido, Dios de la esperanza,
que hagas mi corazón más exigente,
para no sentirme contento con
una felicidad engañosa;
transforma mi corazón más atento,
para no confundir tu Palbra que
da vida con las palabras vacias
de los vendedores de sueños.