lunes, 5 de diciembre de 2011

Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar.
Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro, delante de Jesús. Él, viendo la fe que tenían, dijo:

- «Hombre, tus pecados están perdonados».
 
Los escribas y los fariseos se pusieron a pensar:

- «¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?»

Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó:

- «¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil: decir “tus pecados quedan perdonados”, o decir “levántate y anda”? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados -dijo al paralítico-: A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa».

Él, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios. Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor:

- «Hoy hemos visto cosas admirables».
Lucas 5, 17-26
El evangelio de hoy nos narra una historia ya conocida. Nos podemos fijar en los distintos personajes de la historia y dejar que cada uno de ellos nos cuestione nuestra propia vida.



Jesús: Persona a la que la gente sigue. Sus palabras, sus gestos, sus actitudes produce el deseo en las personas de encontrase con él. Es motivo de esperanza.  Es la gran esperanza.   En mi vida. ¿Estoy contagiado por el entusiasmo de Jesús? ¿Qué tengo que hacer para él me contagie esa alegría, ilusión y esperanza?



El paralítico. Al contemplar a este personaje  podemos dirigir nuestra mirada hacia nosotros y preguntarnos ¿Qué es lo que me hace sentirme paralizado? ¿Qué me paraliza y no me permite ver la realidad, las necesidades de los otros? ¿Qué me hace sentirme prisionero de mi mismo?
Al paralitico Jesús le perdona las pecados y le invita a salir de si mismo, a ponerse en camino, en movimiento. Anda.



Los que llevan la camilla.  En nuestro mundo hay muchas personas que lleva a otros, que acompaña que hace que la vida merezca la pena.
En mi vida. ¿acompaño a alguien?  ¿cómo hago que otros vean en Jesús un camino de esperanza?

Señor, haz que este atento a las necesidades y
sufrimientos de los hermanos.
Inspira mis palabras y gestos
para confortar a los que andan cansados y agobiados.
Enséñame a servirlos con corazón sincero.