sábado, 16 de abril de 2011

Solamente... gracias

Jn 11,45-57
En aquél tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: «¿Qué hacemos?
Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación.»
Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera.»
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente con los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse.
Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: «¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?»
Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.
 

La élite social y religiosa de aquel tiempo tenía sus razones. Tú también tendrás las tuyas. Piensa un momento. ¿Cuáles son mis razones?
Puedes ser una persona desilusionada. Puedes tener una fe inútil. Puedes haber tenido un compromiso no cristiano. Puedes tener miedo a que la presencia de Dios destruya tu vida. Tanas razones…., pero, en cierto momento has decidido eliminar a Jesús de tu vida.
Vivir como sí Él no existiese.
¿Puede cambiar mi actitud hacia Jesús?

Quiero eliminarte de la vida, Jesús.
No me imaginan que estás preparado
para entregarte. No les pasa por la cabeza
Que quieres llevar tu amor
hasta el extremo
y destruir el pecado
que nos aparta de Dios.
¿Qué puedo decirte ahora?
Solamente… gracias.