viernes, 15 de abril de 2011

Creo en Tí.

Jn 10.31-42
En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
Él les replicó: «Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?»
Los judíos le contestaron: «No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios.»
Jesús les replicó: «¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.»
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad.»
Y muchos creyeron en él allí.

 
Las lecturas de estos días muestran cómo crece la hostilidad contra Jesús. Ante la sinceridad de Jesús, algunos responden abandonándolo  o intentan agredirlo. Sin  embargo, hay muchos otros que se quedan y creen en Jesús. A pesar de los gritos y calumnias de los poderosos y de la multitud, se detienen a pensar. Recuerdan lo que Jesús ha hecho en sus vidas. Y contra todo y contra todos, deciden creer en Jesús, confiarle sus vidas.
Y yo ¿a que estoy dispuesto? ¿Cómo quiero seguir a Jesús?

Yo te conozco, Jesús.
Siempre  hiciste el bien.
Trajiste la luz y la misericordia.
Levantaste y curaste.
Liberaste del poder del mal.
Abriste a la esperanza.
Yo te conozco
y por eso creo en ti.