martes, 12 de abril de 2011

La mayor MANIFESTACIÓN de AMOR

Jn 8, 21-30
 
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros.»
Y los judíos comentaban: «¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: "Donde yo voy no podéis venir vosotros"?»
Y él continuaba: «Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados.»
Ellos le decían: «¿Quién eres tú?»
Jesús les contestó: «Ante todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él.»
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.
Y entonces dijo Jesús: «Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada.»
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.
 

¿Quién es Jesús? Nos lo podemos preguntar una y mil veces. La Palabra nos va ayudando a descubrir lo que Jesús puede significar en nuestra vida.
Para descubrir a Jesús tenemos que mirar la cruz. La cruz es la muestra de mayor fidelidad de Jesús al Padre. Hasta las últimas consecuencias. La muerte.
Cuando levantéis al Hijo del hombre… en la cruz. Entonces  sabréis quien  “Soy yo…”
Cuando Jesús lleva su fidelidad al plan de Padre hasta la cruz, cuando su amor por nosotros supera todo los límites…, entonces vemos el rostro verdadero de Dios. El retrato de Dios es el Crucificado; es el hombre nuevo que ama hasta la muerte. Que ama tanto, que ninguna fuerza consigue hacerle desistir del amor.
Te invito a pensar en todas esas  personas que gastan su vida por los demás. Que su única preocupación es el otro y son capaces de perder su tiempo por la felicidad del otro.
El camino de Jesús es posible vivirlo.

Señor, tú  conoces
mi fragilidad
y  mis contradicciones.
Pero. Incluso así,
pido tu fuerza
en medio de mis dificultades.
Ayúdame a mostrar
Un poco de tu amor a los otros.