miércoles, 13 de abril de 2011

"Seréis realmente libres"

Jn 8,31-42
 
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.»
Le replicaron: «Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: "Seréis libres".»
Jesús les contestó: «Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre.»
Ellos replicaron: «Nuestro padre es Abrahán.»
Jesús les dijo: «Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre.»
Le replicaron: «Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios.»
Jesús les contestó: «Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió.»
 

Las palabras de Jesús nos pueden parecer contradictorias al igual que a los oyentes  de aquel tiempo.
“Si os mantenéis en mis palabra, seréis de verdad discípulos míos, conoceréis  la verdad y la verdad os hará libres”.
A los oyentes estas palabras nos les convencieron.
Nosotros también deseamos ser libres y hacer los que nos viene en gana. ¿Pero haciendo esto somos verdaderamente libres?
Pero nos dejamos llevar por muchos dioses que nos esclavizas sin que nosotros nos demos cuenta.  Nos dejamos llevar por las propuestas del mundo, por nuestro prestigio, por dominar por tener más, por la comodidad,  por ser más….
¿Cuántos dioses no atan y hace que no seamos libres?
Solamente la presencia liberadora de Jesús en nuestras vidas nos permite comenzar de nuevo. Nos permite la verdadera libertad del amor.





Conocerte, Jesús,
vivir en tu intimidad cambia mi vida.
Tú vuelves puros mis ojos y soy capaz
de ver sin sombras el mundo y a los demás.
Tú liberas mi corazón de todas las trampas
Y me siento capaz de ofrecer ternura,
compasión y solidaridad.
Abres mi boca y puedo decir palabras
de sabiduría que me señalan
el camino del bien.