martes, 21 de junio de 2011


Mateo 7,6.12-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas. Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.»


El texto del evangelio de hoy, nos puede parece contradictorio con los que nosotros vivimos en el día a día. 
Si nos fijamos en la última parte, nos damos cuenta que nosotros buscamos siempre lo más fácil, lo más cómodo, aquello que no nos complica.  Y Jesús, hoy nos dice que este camino nos lleva a la predicción.  En otras palabras, por ese camino no encontramos la felicidad. En el primer momento nos podemos sentir bien, pero a la larga nos deja vacios y sin sentido. Pensemos en esas relaciones interesadas, en ese hacer algo por otros para que ellos nos complazcan.  Al principio puede funcionar…a la larga todo se cruza. ¿cómo actúo yo con aquel que se relaciona por interés? A la larga no quiero saber nada.
Hay una frase que desde hace tiempo resuena en mi corazón. Sólo lo que exige vincula. Y la exigencia es compromiso, es sacrificio, es dedicar tiempo. Hoy no tenemos tiempo para nada. Mejor dicho solo tenemos tiempo para nosotros.
¿Puede ser posibles, o mejor real, que ese camino de la puerta estrecha es el que nos lleva a la felicidad? ¿Estoy dispuesto a sacrificarme, a buscar el bien común? o por el contrario ¿buscar solo mi interés?



Jesús
Abre mis ojos
para que sepan mirar
como tú miras la realidad.
Abre mi corazón
para que sienta
 como tú sientes.
Y abre mis manos
para trabajar por un mundo
 más justo y solidario.
Que en cada momento
sepa da a los demás
lo que tú quiere de mí.
No buscando mi interés,
mis gustos,
sino buscando hacer tu voluntad.