lunes, 6 de junio de 2011


Juan 16,29-33

En aquel tiempo, dijeron los discípulos a Jesús: «Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios.»
Les contestó Jesús: «¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo.»

 

La gran dificultad con que nos encontramos hoy, es hacer comprensible la buena noticia de Jesús a todos. ¿Por qué el corazón de la personas está tan cerrado?
La forma de transmitir solo tiene una forma. La propia vida. Lo que utilizó Jesús. Jesús no solo no habló, sino que eso que decía lo vivía en su propia carne. En el lenguaje de los sentimientos esto llega a lo más profundo de nuestro ser. El verdadero testimonio cala en nuestro ser.
A los discípulos les pasó así.
Nosotros muchas veces vamos dando lecciones, imponiendo ideas, que muchas veces es lo contario de lo que vivimos. El dios en el que creemos no es el verdadero Dios que cambia el corazón. Es el dios de las ideas, de aparentar, del sentirme seguro… El verdadero DIOS cambia el CORAZÓN. ¿Quiero que Dios cambie mi corazón? ¿Quiero que Dios sea en verdadero centro de  mi vida?
Cuando Él sea el centro, nuestra vida en las dificultades estará en paz.



Jesús,
  Nuestro corazón está lleno de deseos,
  que muchas veces no sabemos cómo llenar.
  Tú, hoy nos invita  volver
  Nuestra vida hacia ti.
  A confiar en tu palabra,
  pero sobre todo
  en tu persona
que es dadora de vida.