lunes, 20 de junio de 2011


Mateo 7,1-5
 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.»
 

El texto del evangelio de hoy nos cuestiona nuestra forma de vivir, sobre todo nuestro estilo de hablar.
Cuando uno se mueve de un lugar a otro y escucha de que habla la gente, se puede percibir distinto tipos de conversaciones y distintos comentarios sobre las personas. Unos critican, otros buscan soluciones y otros hablan de sus proyectos, ilusiones, de todo lo que acontece en su corazón…
La mayor parte del tiempo nos lo pasamos hablando de los otros. Es más sencillo, no nos implica y quedamos intacto.  Los malos, los que meten la pata, los que se equivocan son los otros.
La palabra de hoy,  nos invita a entrar dentro de nosotros y descubrir las imperfecciones que vemos en los demás dentro de nosotros mismos.  Y no solo a mirar, sino a trabajar para ir limando todo aquello que hay de negativo en nosotros.
Pero hoy en día ¿hay algo negativo? El mundo se nueve en la indignación, todo nos parece mal, se tiene que cambiar muchas cosas, nos quejamos de todo lo malo que hay en nuestro mundo.
Nos podríamos preguntar. ¿Y yo que tengo que cambiar de mi mismo? ¿Qué es lo que hay en mi persona que no favorece un mundo más justo y solidario? ¿No participo yo también del sistema, de aquello que me viene bien, pisando a los otros para ser yo más que los demás?
Entremos hoy dentro de nosotros y descubramos lo que e el Padre nos invita a transforma de nuestra vida. 





Jesús,
gracias por tu palabra.
Tú me invita a mirar la realidad con otros ojos.
A descubrir cuáles son mis imperfecciones
Y a  trabajar por cambiar.
Solo en la medida que sea capaz de cambiar,
podre ayudar a otros a vivir de otra manera.
Ayúdame Jesús a descubrir mis deficiencias
y a trabajar por cambiar.