martes, 15 de noviembre de 2011



Lucas (19,1-10):

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»

Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»

Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»



Hoy el texto me invita a contemplar a cada uno de los personajes y ver lo que acontece y lo que se dice de ellos.

En primer lugar Zaqueo.  Persona inquieta, que busca y que hace todo lo posible para ver a Jesús. Lo que ha oído de Jesús le cuestiona y quiere saber de verdad quien es él. 

¿Sé quien es Jesús? ¿Qué descubro en las personas que me hablen de él? ¿Merece la pena seguirle?

El encuentro con Jesús le transforma. Deja de pensar en sí mismo para pensar en los demás. De acumular riqueza a dar todo a los pobres. Deja ciertos comportamientos para adquirí unos nuevos.

¿Qué es lo que Jesús me pide que cambie en mi vida?

 


En segundo Lugar Jesús. Va de un lugar a otro. Pone la mirada en Zaqueo. Descubre que en Zaqueo algo está pasando y se acerca a él, va  a su casa, entra en su corazón.

¿Qué dejo que me toque el corazón? ¿Qué es lo que me moviliza en la vida?



El último lugar tenemos a los observadores, a la gente: Sólo murmuran. Desconfían. No está abiertos a la novedad, al cambio, a que algo muevo pueda acontecer.

Jesús abre nuestro corazón para que sepamos acoger la novedad que tú nos traes cada día.