Dios es relación.
Hoy cuando está en clase me presentaban un texto del evangelio que me ayudaba a entender con más claridad lo que eso significa.
El texto del fariseo y el publicano que van al templo, y como es la oración que cada uno de ellos hace. Uno se encuentra con Dios y el otro no.
El fariseo le da gracias por todo lo que hace, porque cumple la ley, porque es bueno. El centro es él. Se siente orgulloso de lo que vive y se cree tener a Dios.
El publicano ante la realidad de Dios con la que se encuentra solo puede reconocer lo que le falta ante ese Dios que es amor infinito. Se siente mirado por Dios y reconoce aquello que le falta… sabe que el proyecto de Dios es exigente. Se siente amado y siente la obligación para con él.
Las relaciones se producen entre dos personas. Los dos dan y recibe. El se siente mirado, amado y siente que él no corresponde a ese amor que ha recibido. Siente su limitación ante la inmensidad del amor de Dios.
Me puedo preguntar y nos podemos preguntar: ¿Hasta qué punto me dejo mirar por Dios?
El fariseo se miraba a sí mismo, veía y reconocía lo que hacía. El publicano ante la mirada de Dios reconoce lo que Dios quiere de él y reconoce su debilidad para responder a su proyecto.
¿Cómo me dejo mirar por Dios? ¿Cómo me dejo mirar por Jesús?
En la sociedad en la que vivimos son muchas las dificultades que experimentamos. El encontrarnos y dejarnos mirar por él es muy difícil. Vivimos el exterior. Tenemos que ser, poseer, demostrar…. y nuestro interior se queda vacio.
Nuestra vida la llenamos de ruidos, de palabras muchas veces sin sentido. Nos da miedo entrar en nosotros, nos da miedo el sentirnos mirados y amados por Dios. ¿Estoy dispuesto a dejarme mirar por él? ¿Estoy dispuesto a que su palabra resuene en mi corazón y trasforme mi vida?
Aquí me tienes… haz lo que quieras de mi.